Egmeris, el Caballero Oscuro

Las páginas de los libros antiguos, los libros sagrados, se encuentran atestados de historias extravagantes, delirios de fuerza y poder, de magia, que siempre llevaban al mundo a un estado caótico, al borde de la perdición. Y Siempre, pero siempre, hubo en cada era, en cada período de muerte y masacre, de desesperación, una figura, un hombre que contra todo eso luchaba, venciendo las artes oscuras, la naturaleza, o en algunos casos hasta su propia sombra. Siempre ganan los buenos, dicen las historias antiguas, pero eso es porque de no haber sido así no existiríamos; esto nos demuestra que el equilibrio de poderes entre los dioses no es tan precario. Igualmente el Mal, si bien no ha ganado Guerras, a ganado cientos de Batallas, la mayoría sangrientas. A pesar de esto, en mis viajes alrededor del orbe, descubrí manuscritos de los oscuros, que detalladamente glorificaban las grandes victorias de nuestros enemigos. Éstos escritos son los que completan nuestra historia, ya que el pueblo vencedor es que la escribe, y de nada a muchos les parece sirve recordar el mal pasado, por ser éste oscuro y pobre en buenas ideas.
En estos manuscritos ésta escrita una vieja historia, sobre el caballero Negro, que nos muestra la otra cara del destino de aquel que sería después de muerto elegido por su majestad oscura para comandar su ejército de tinieblas. Ésta historia es de los últimos días de éste gran, terrible, pero gran caballero, que halló su final en las manos de un ser innoble y deshonroso, un pedante guerrero de la Orden de los Caballeros Blancos.


Hace ya mucho tiempo hubo un gran reino, que estaba regido por un rey llamado Laverne. Éste reino se encontraba más allá de los Dioses hermanos, y únicamente era influenciado por el balance de la naturaleza, con lo que era un pueblo feliz y próspero el que en esas tierras habitaba. Este rey tenía a su mando una gran cantidad de caballeros con hermosos corceles, redituables tierras e imponentes castillos; y por sobre todo sus vasallos tenía mucho carió por Egmeris, un joven que desde la muerte de su madre había llevado siempre luto, hasta en las guerras, y por eso sus herreros habían desarrollado una nueva aleación de minerales que protegía más que el acero, era mas liviana y tenía color oscuro, como el de sus ropas en épocas de paz. Era este joven un gran poeta, que en sus ratos de ocio solo no leía poesía cuando la escribía, y se mantenía por ello siempre encerrado en su castillo, el más grande y mejor fortificado de todas las tierras de Laverne, y el más importante por cuidar el único paso hacia la ciudadela. Cuando el rey hacia fiestas en su palacio, lo cual no sucedía en pocas ocasiones, el joven caballero se paseaba tranquilo y en soledad por los balcones del palacio, o sus jardines, oliendo las rosas al tiempo que pensaba nuevos versos, a la luna, a la noche, y a su amor. Más de una vez la joven princesa lo escuchó, y por más de que triste lo veía no podía hacer menos que desear hablar con él, ni de estar con él. El joven caballero sabía que ella lo observaba detenidamente, y con el paso del tiempo la luna, y la noche, perdieron su posición de musas, improvisando poesía ahora únicamente para su amada. Su corazón se retorcía de dolor cada vez que el reloj daba las doce, porque era la hora en la que la joven debía volver al palacio y dirigirse a su alcoba. Un día pasó lo que tenía que pasar, los jóvenes se cruzaron, y se amaron, y el cielo y la tierra se hicieron uno y las estrellas brillaron como nunca; pero la luna, la dulce y sabia luna, que todo lo entiende y por los amantes vela, se encontraba roja, como las rosas que el caballero tanto admiraba, como la sangre que correría, por el destino cruel que acaecería.
Dos meses después del primer encuentro de los amantes, llegó una gran batería al reino, al mando del Caballero Blanco Gur Arthar. Traían muchas noticias de los pueblos lejanos, donde la guerra entre los hermanos dioses estaba destruyendo las civilizaciones, y los hombres se veían día y noche obligados a combatir con los seres más oscuros y tenebrosos jamás imaginados. En el camino, prosiguió de rodillas delante del majestuoso rey, habían acabado con un montón de huestes de su Majestad oscura, tales como orcos y trolles, y que si bien sabía que ellos no podían atacar esas tierras que se encontraban directamente en manos del balance, quería ofrecer parte de sus tropas para asentarlas en alguna fortaleza bajo su mando, teniendo en mente por sobre todas las que ya había visto y habría de ver la morada del joven Egmeris, descendiente de los defensores del paso que comunicaba aquel reino con el resto del mundo. El rey, que veía en Gur Arthar un caballero de noble temple, se vio seducido rápidamente por sus palabras, y sin pensarlo demasiado le otorgó a aquel guerrero todas las tierras de Egmeris.
El joven, apenas supo las nuevas por la boca de su amante, se dirigió al rey con suma cortesía, declarando que aquellas tierras habían pertenecido a su familia por años, y que de ninguna manera se las dejaría a un extranjero que encima era emblema de uno de los dos bandos de la cruenta guerra que se desarrollaba en el resto del continente, un ser desagradable que solo traería problemas a su gente. El rey, encolerizado, le dijo que si aquella era la forma en que el descendiente de los defensores del paso se desenvolvía significaba que lo había sobreestimado, y que quisiera o no debería tenerle respeto al extranjero, ya que si bien no había sido comentado celebraría bodas con su hija en poco tiempo. Tras oír esto el joven, sin poder creerlo, dio media vuelta, y sin una reverencia, del palacio se fue.
Después de tantos años, después de tanto tiempo, la vida del joven tenía sentido. Por fin, después de leer las gloriosas historias de sus antepasados, sería él el protagonista de la historia. Luego de reunir a sus caballeros, a sus guerreros, a sus amigos y confidentes, a su gente, les dijo que el siempre había querido ser alguien, pero que nunca había tenido oportunidad; nunca habían tenido guerras, ni batallas, ni una invasión, ni un avance, y que pensaba que moriría sin dejar una mancha en la historia, unas palabras que dijesen que había sido honrado en la guerra. Ahora, su rey le sacaba las tres cosas que más amaba en vida, sus tierras, sus gentes, y su amor. Dijo que no lo permitiría, que demostraría todos quien era, que no era en vano que había nacido, que lucharía y así moriría de ser lo predestinado, pero que no dejaría las cosas pasar ni su orgullo ser pisoteado.
Mientras sus soldados salían del reino y buscaban alguna fortaleza enemiga de la cual apropiarse, Egmeris con un grupo de guerreros entraron en el castillo y se dirigió a la alcoba de su amada. Allí el le contó los planes de su padre para casarla con aquel extranjero, y le prometió que si ella se lo permitía el la rescataría de aquella prisión donde sufría, y la tendría en sus manos, la amaría y la protegería. Ella sin dudarlo con el se fue, y fueron varias las jornadas que tuvieron que ir a pie mientras intentaban alcanzar las tropas a caballo del joven que veloz buscaban cualquier fortaleza que tomar, hasta que por fin encontraron un fortín plagado de trolles. Si bien ellos son poderosos, no fueron oponentes para los guerreros del caballero oscuro: fueron todos masacrados sin tener tiempo siquiera de correr. Dos días después de que la batalla hubiese terminado el joven llegó con su amada y su séquito al fortín, el cual refaccionaron para poder instalarse allí.
Su Majestad oscura, al enterarse de esto, no se enojó, no se inmutó. Sus concejeros más cercanos no podían entender que era lo que sucedía cuando una sonrisa se dibujó en su cara, la sonrisa de quien gana sin preverlo.
Por otra parte el rey Laverne, al enterarse de esto, llamó a todos sus vasallos, y les ordenó que se pusieran a disposición de Arthar con todas las tropas que ellos tuviesen, porque buscarían y acabarían al traidor. El Caballero Blanco sintió un especial placer en ésta cacería, en la muerte de quien había pensado que podría pasar por encima de él. Con sus tropas avanzó de noche y de día, hasta que por fin llegó al fortín de Egmeris, donde casualmente se celebraba una gran fiesta en honor a los amantes. Ellos, al ver la luna roja, no vieron una indicación de un mal presagio, sino que recordaron la noche que por primera vez habían sido uno, y pensaron que aquella era una buena señal. Las huestes del rey llevaban lanza piedras, y con ellas no tardaron en hacer brecha en uno de los muros principales del fortín. Las órdenes de su líder eran claras: acabar en todos los sentidos con el enemigo. Los caballeros que entraron por aquella brecha inciaron una masacre, de la cual nadie se pudo salvar. Los hombres encontraban la muerte intentando defenderse, los chicos eran muertos por las espaldas y las mujeres violadas. No había un signo de compasión, de piedad, en aquellas huestes de la luz que actuaban contra sus iguales con la misma crueldad que las huestes oscuras. Egmeris fue a la torre principal con su amada, arriba de todo, donde había una pequeña habitación. Allí resistió todas las oleadas de enemigos que llegaban, pero cada vez eran más, lo rodeaban, hasta que de pronto se hicieron de la hermosa princesa.
No hubo gritó, ataque, caballeros muertos, que pudieran evitar lo que sucedía. Los guerreros de Laverne se disponían a hacer suya a la princesa, por claras órdenes de su líder, enfrente de Egmeris, mientras el luchaba con toda sus fuerzas, con una furia atroz que lo poseía y cegaba. Aquella furia era incontrolable, odio puro, que irradiaba desde lo más profundo de su corazón. Al tiempo que seguía luchando, los soldados se disponían a terminar con su tarea, y cuando lo hicieron acabaron con la vida de la joven.
Al verla allí, tendida entre su sangre, mirándolo fijamente y con una lágrima que fugaz, como un diamante, recorría su tercio rostro, el joven bajo las armas, y cayó fulminado de un mazazo en su nuca. Todo se volvió oscuro, y ya más no pudo ver. Cayó en las tinieblas, teniendo en mente aún la cara de su amor, con aquella lagrima que lentamente había bañado su rostro, un último rocío, antes del adiós.


Los tiempos aquí no pararon, tampoco esta historia. Arthar fue apadrinado por Laverne y con el tiempo su ambición lo llevó a matarlo. Reino con la furia de la oscuridad, iluminado tan sólo por la perversión, realizando sacrilegios en todo lo que alguna vez fue un pueblo pacífico e imbuido en balance. Pasaron los meses hasta que las mismas gentes empezaron a ser asesinadas en la calle por pensar diferente al nuevo rey, o por siquiera derramar una lágrima por los amantes. Durante décadas estuvo Egmeris, si es que se lo puede llamar así a un despojo de piel y huesos que solo vivía a base de odio, encarcelado, siendo torturado todos los días. Hasta que un día, dicen las leyendas, Su Majestad oscura tomo el reino y a él lo llevó al submundo de la oscuridad, donde lo maldijo y destruyó tantas veces como fueron necesarias hasta que toda su humanidad se perdiera, hasta que de él solo quedara esa armadura negra, que ahora usaba por el luto de su amor, luto que, cuando ya fuera señor de las huestes oscuras, no recordaría, excepto aquel odio, y un sentimiento peor, mas fuerte, mas profundo: el de haber perdido además de su ser amado, su recuerdo.

weee lo escribi hoy

mal por pabos ke no lo kiso leer antes ke nadie ^^

aver los comentarios, ke kreo ke ta wena

xaaaoooooo

seeeeee t amuy wena, eso si q no se como la lei completa si normalmente no awanto leyendo tanto de la pantalla, ta muy xula juanita

la eh imprimido i la eh adjuntado con las otras i mañana mientrasespero la cena la leeere como ago siempre xDD pero debe tar mu cool

cuando te vi con el barrows primero pense ke era post de mono jajajajja

ke historia tan conmovedora xD aunke llega con algo de retraso puesto kdijistes k la ibas a sacar el lunes pasado ¬¬ pero weno...

y aber si aces ya la tercera parte de las cronicas !!!! k desde k icistes la segunda ya no as exo mas k historias sueltas hombre xD lo primero es acabar la historia principal, ke nos kedamos separados en barbarian y cada uno tomo una ruta diferente xD

lord jaunyka escribió:

cuando te vi con el barrows primero pense ke era post de mono jajajajja

XD sta exa con la acc de mono pero es lo q llevare asi ire XD =)

xdd¡¡¡¡ ya decia yo ke tu barrows gloves....XDD

esta mu xula jaunyka gracais, me la leido enterita

no tengo ganas de tipear la tercera parte de las cronicas (igual de la forma que las toy escribiendo van a ser como 10 tomos xddd)

pero tengo una duda, cuando taba en la carcel o celda o lo q sea despues del asalto a su fortaleza, el era un muerto viviente o q????? es q no me a kedao del todo claro

estaba vivo ¬¬pero en los huesos y torturado ay xD

JAUNIKAAA TE REOCMIENDO Q SIGAS ESCRIBIENDO TAN BIEN COMO SIEMPORE LO HACES.

PARA IMPRIMIRLO Y PASARLO A COLORES PARA HACER UN LIBRO Q SE LLAME SARADOMIN.

Y D EHAY DIVULARLO.

YO PUEDO PONER LAS IMAGENES. CONE SO CREOQ SE PEUDE GANAR DINERO.

xD ¿Dinero para ti? xD

te agarra jagex con el plagio y te destruye xDDDDD

por eso mis ultimas historias no tienen nombres de ciudades ni de dioses de RS

y eso de editar las historias me lo reservo pa mi ¬¬

wow kede impresionado, nose de donde sacas esas historias
felicidades...

pos solo las saca de su mente, o se droga...

^^ gracias gente

ps ya saben, la damajuana no hace nada, pero el nevado magia ^^

al jaunyka le salen las historias estas despues de pegarse un colocon de heroina pura xDDDD es eso lo k intentabas decir pajero? xD

los nevados son cigarros de marihuana con un poco de cocaina...